Alicia Torres
Vacío infinito, Transmutación constante
Enero 2022
Vacío infinito, Transmutación constante
Alicia Torres (Valencia-1993)
Adentrarse en el trabajo de Alicia Torres es un viaje de ida del que nunca se regresa igual. Una experiencia perceptiva cuyo punto de partida trasmite ideas y conceptos como la belleza, o lo sublime en su nivel más estético: esculturas con volúmenes, formas sinuosas, casi eróticas y texturas pulidas que interpelan al espectador, poniendo el foco en el exterior más que en lo que contienen, y que con la mirada se pueden recorrer, tocar, y escuchar. Por eso, en algunas de estas piezas, el transitar del agua nos recuerda el eterno retorno al embrión del tiempo, cíclico pero cambiante.
Como sus láminas doradas, en las que la oxidación subraya la vida que encierran. O sus textiles en las que la impresión digital de las formas generadas de manera natural en las láminas, nos hablan de la posibilidad de navegar entre lo real y lo representado. El oro, referente eterno de lo divino, y la resina química, producto del a veces arriesgado ingenio humano, se abrazan y conversan sobre las fructíferas posibilidades de la interacción entre diferentes: natural y artificial, efímero y perpetuo…
Alicia crea piezas vivas, que atraviesan por distintos estados, generando obras no solo únicas en cuestión de reproducibilidad, sino cambiantes en el tiempo. Cada instante van mutando y trasladándose hacia nuevas topografías que bien podrían ser campos de trigo a vista de pájaro. Vivos en su aparente inamovilidad, como el crecer de la hierba, cambiantes siempre de lo plano a lo profundo, cuando son explorados desde una perspectiva valiente.
Por eso, ya en la fachada exterior de la galería nos encontramos con Paisaje Plástico, invitando al público a adentrarse en la experiencia inmersiva que supone Vacío Infinito, Transmutación Constante. Alicia imagina y materializa formas y paisajes oníricos, tan artificiales como posibles y los pone a disposición nuestra para que sigan creciendo, mientras el paso del tiempo imprime su propia huella, subrayando que nada es estático ni inamovible, ni mucho menos está aislado.
Escribía Mieke Bal en Endless Andness: The Politics of Abstraction According to Ann Veronica Janssens que “ni el artista ni el crítico dictan la experiencia” es el público, quien ve reflejada su subjetividad y su sensibilidad en el trabajo artístico. Y en la obra de Alicia Torres esto sucede de manera acentuada y llena de vitalidad. Alicia convierte el espacio interior de Shiras Galería en un ente vivo, en el que el todo es mucho más que la suma de sus partes. Una constelación de piezas que van desde lo pictórico (Óxido Agua, Óxido Papel) a lo escultórico a través de formas, reflejos y transparencias (Óxido Plástico). En el caso de la obra Mirador, esta dibuja y contiene el espacio con dorados y finos trazos que permiten al público construir su propia historia mientras transitan su interior. De un modo parecido, el agua recorre y abraza algunas de sus esculturas, recreando sonidos de jardines lejanos que bañan de paisajes sonoros el conjunto de la exposición, remarcando en un susurro al viejo Heráclito y su eterno todo fluye, nada permanece.
Vacío Infinito, Transmutación Constante encierra tensiones encubiertas por una pátina dorada que envuelven, y tejen (Textil Discontinuo y Textil Continuo) relieves, geometrías y materiales, para hablarnos de la infinita transformación como única constante, de lo efímero, del paso del tiempo y de cómo viajar por ella a través de los sentidos, la experiencia estética y colectiva, para inventar lugares de encuentro, paisajes imaginados e imaginables desde los que seguir habitando el vacío.
Según el filósofo francés Raymon Ruyer “el espacio vital de todo ser humano, incluso de todo ser viviente, posee un relieve axiológico, una dimensión no geométrica que le da una profundidad no material, una dimensión de lo importante, lo grave. […] La afectividad es la percepción confusa de esta dimensión, de esta profundidad”. Y es, en definitiva, el mundo imaginado por Alicia Torres una invitación amable a asomarnos a nosotros mismos y a responder nuestras propias preguntas sobre qué es el paisaje, cuál es su esencia y, sobre todo, dónde acaba, incluso aún más, si es posible el paisaje sin una mirada que lo reafirme. Mientras los distintos materiales nos acarician por dentro, oxidan conceptos preconcebidos para dar luz y lugar a nuevas ideas que surgen de la experiencia física y sensorial, para acomodarse en nuestro interior y devolvernos una imagen transformada sobre lo que somos y lo que habitamos. Experiencia placentera para los sentidos entremezclados y reflexiones profundas sobre nuestro lugar en el mundo y sus ritmos cambiantes y, a la vez, eternos.
Guillermo Moreno Mirallas